Bifurcaciones

Quien dijo que estaba loca, acertó.
Grandiosa locura
que me distingue del resto.
De un resto cegado por la banalidad
del día a día,
de un resto manco en un mundo
de habilidades manuales,
de un resto vació,
vació en contenidos sublimes.
De un resto menospreciador
de riquezas personales.

Quien dijo que estaba loca, no se equivocó.
Divina locura
que me exilia del resto,
que me margina de lo común
permutando blasfemias por elogios,
blasfemias banales
como su día a día,
como su frívola vida.

Quien dijo que estaba loca, me alegró.
Esbozó una deslumbrante sonrisa a mi alma.
Sobrehumana locura
que me ayuda a vagar a la deriva al margen del resto,
de un resto ignorante ante soberbias pinceladas de arte
a un mundo estancado de panoramas profundos.
Divina ignorancia
al alcance de muchos
y por suerte tan lejos de unos pocos.

Quien dijo que estaba loca, no se equivocó.
Gracias grupo de cuerdos,
que me bautizáis como insensata,
gracias una y mil veces
por construir un mundo banal
depreciando facultades inexistentes a ojos miopes
y obsequiando con lentes a quienes saben
exaltar la grandiosidad de un sector tenue
al que vosotros me desterrasteis mostrándome las bifurcaciones
para llegar, y en el que hoy, con la locura paseo de la mano.