19 de junio de 2013
Carmín
Se sentía triste.
Su corazón bombeaba gritos,
llantos encerrados.
Su pecho suplicaba risas
que no llegaban a su alma.
De cuerpo sultana
con fornidos muslos.
Los mechones sueltos de su recogido
acariciaban su cara.
En sus labios
una flor de polen no recolectado,
las abejas zumbaban
miel desaprovechada.
Ramilletes de violetas,
horas pasadas.
Vestía un corto atuendo
de curvas pronunciadas,
en sus orejas
sendas rojas lágrimas
adornaban un reflejo
poco perfecto.
Ella,
no quería eso.
°Tac-toc! °Tac-toc!
Se calzó los zapatos de tacón
que morían al fondo del armario.
Bailaba con rabia en el salón
cada una de las notas
que salían de la radio.
No estaba sola.
No le importaba.
Cantaba con voz rota
y le gustaba.
Apasionada,
Sonreía pese a la mentira
de creer que todas las canciones
eran la suya.
Volumen desmedido
y nicotina en el cenicero,
da igual,
era en el sonido
donde encontraba consuelo.
Se engañaba cada pocos minutos
buscando señales en su teléfono
que permanecía en silencio.
Miraba por la ventana
a fuera un dÌa perfecto
y en ella
tanto miedo por salir.
Pobre princesa encerrada,
acongojada de sentir.
En cada pausa por toma de aliento
rememoraba otros momentos...
Cansada por la espera
de algo que no llega,
decide mojarse en perfume
y salir a la calle.
Hoy
no quiere palabras muertas,
prefiere respirar melodías.
Hoy
la Diosa triste
no quiere ensuciar su rostro,
prefiere cambiar lágrimas por malos chistes.
Carcajadas a lo lejos
y manchas,
manchas de carmín en el espejo.
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